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Pues bien, en este panorama de gran crecimiento poblacional y decrecimiento progresivo de la tierra cultivable nos encontramos en pocos años con el reto de alimentar a mas gente pero con disposición de menos recursos de terreno agrícola para ello. Menudo reto, ¿verdad?. Y esto partiendo de una situación en la que ya millones de personas están pasando hambre y muriendo por ello.
Este debe ser, a mi juicio, el gran reto de la humanidad en el siglo XXI e invertir en esta causa una parte de los recursos que se emplean para mandar juguetes tecnológicos carísimos a Marte o intentar desarrollar móviles tan rápidos y ligeros hasta límites que ya no son necesarios.
Por parte de instituciones como la ONU y gobiernos de todos los países se deberían crear planes para el desarrollo agrícola de países en vías de desarrollo educando a su población en buenas prácticas agrícolas, facilitando el acceso a semillas y material vegetal de calidad, fertilizantes, agua potable y de riego, maquinaría,... Medidas que a día de hoy no supondrían un gran gasto económico y que producirían grandes beneficios a sociedades en las que se necesiten. El desarrollo de la agricultura en estos países, ademas de paliar el hambre que sufren sus habitantes, supondría un aumento en la fabricación de estos recursos, que beneficiaría a la economía de países desarrollados en los que se genera toda esta tecnología.
Para intentar desarrollar un país o una sociedad hacía estándares de bienestar del siglo XXI hay que comenzar evitando que en estas sociedades haya problemas generalizados para garantizar una alimentación digna a sus habitantes. Sólo partiendo de esto se podrá conseguir un desarrollo en otros aspectos como la sanidad, la educación, la seguridad o la tecnología.