Caminos. Abandonar uno para empezar otro. La vida se puede ver como una sucesión de caminos en el que cada vez que empezamos uno no sabemos las cuestas y curvas que va a tener, ni podemos intuir las veces que nos tropezaremos en su recorrido. Cambiamos de caminos para encontrar siempre el mejor o el definitivo, aquel que verdaderamente nos guste o nos satisfaga personalmente y en el que nos acompañen las personas adecuadas... aunque nunca demos con él.
Encontrar el camino definitivo o el mejor para cada uno se me antoja algo prácticamente imposible. La cantidad de circunstancias ajenas a nuestro propio yo a las que estamos expuestos, nos hace que en la senda por la que andamos siempre aparezcan baches o piedras o cualquier elemento para el que no estamos totalmente preparados para afrontar.
Es por ello, que nuestros caminos no van a ser un paseo de rosas, por lo que ante aquello que dificulte nuestro caminar, debemos actuar siempre de la manera mas digna posible, con pasos firmes y la cabeza alta. No siempre se busca una meta en cada camino, muchas veces por difícil y otras por imposible, pero lo que si podemos buscar es recorrer el camino de la mejor forma posible, y teniendo como meta la forma en el que se recorre y no el final al que nos pueda llevar.