lunes, 2 de mayo de 2011

ENTRE EL NEGOCIO Y EL SENTIMIENTO


   Cuando existe una fuerte crisis económica en un país como la que tenemos en España desde hace algunos años, la mala situación económica que se produce afecta, de manera más o menos directa, a todos los sectores que mueven dinero. Y el deporte, y más concretamente el fútbol no se salvan de la crisis, sobre todo el fútbol profesional, donde existen clubes que  mueven grandes cantidades de dinero.

     La gran mayoría de clubes de fútbol profesional españoles están constituidos como Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Esto quiere decir que en el fondo los equipos de fútbol están constituidos como empresas, tanto en su denominación, como dirección y gestión. Este hecho hace que los propietarios vean los clubes, como es lógico, como un sitio cuyo objetivo es la obtención de beneficio económico.

     Pero el verdadero fin de un equipo de fútbol debe ser los retos deportivos. Retos deportivos que alegran a la afición, que es el corazón de un club de fútbol y también aportan prestigio y dinero. Esta contraposición de objetivos tiene como consecuencia paradójicas situaciones en grandes equipos de fútbol: dueños de equipos que antes de ser propietarios del club apenas lo conocerían, inversores de países orientales cuyo verdadero fin en el fútbol español no parece muy claro, equipos comprados por grupos de inversores donde no se sabe quién hay detrás,….

     Estas situaciones, mas típicas de empresas que de equipos de fútbol, en muchos casos derivan en cosas tan poco agradables como acumulación de grandes deudas, suspensiones de pagos, concursos de acreedores, descensos debido en su gran parte a una mala gestión económica e incluso casos de desaparición de clubes.

     Las consecuencias de una mala situación en un club de fútbol gestionado como una SAD las paga el propietario con el capital que haya aportado, lo único que puede llegar a perder es dinero. Pero para el motor del equipo de fútbol, que son los jugadores y empleados y afición, las consecuencias son muchos peores. Los primeros ven como no perciben sus salarios y la afición siente que se ha hecho negocio a costa de sus sentimientos y apoyo incondicional al equipo.

     Por eso, se debería revisar el hecho de que los clubes sean SAD y se puedan gestionar igual que empresas, ya que otros clubes, cuyo patrimonio es únicamente del propio club y de los aficionados que sean socios demuestran que otra gestión es posible. Y precisamente los clubes que no son SAD y que los dirigentes son elegidos por votación de los socios son clubes que suelen disfrutar de buenas situaciones económicas.


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