Pocas veces son
las que nos preguntamos al ir a comprar a un supermercado la procedencia real
de los productos que adquirimos y de los cuáles posteriormente nos
alimentaremos. Nuestras compras de alimentación están influenciadas por marcas,
imágenes o precios antes que por el origen de los productos, su composición
real, elaboración….
Después de ver el
documental “Food Inc.” en el cuál se hace una crítica sobre el sistema de
alimentación de Estados Unidos me pregunto si en España y en Europa contamos
con un sistema parecido o si podemos caer en él. Según este documental
denuncia, la alimentación de los estadounidenses está controlada por un puñado
de grandes industrias cuyo objetivo principal es conseguir grandes producciones
con el menor coste posible y así ofrecer al mercado un producto barato,
creándose una gran demanda y reportando grandes beneficios a dichas empresas.
Las subvenciones
del gobierno acompañadas del poco control sanitario y ecológico y la industrialización
de los procesos de transformación, hacen que este tipo de sistema alimentario
sea muy rentable para los grandes industriales y barato de conseguir a los
consumidores. El gran detrimento de este sistema está en la calidad de los
productos y por consiguiente en la salud de los consumidores, además de no
respetar por ejemplo el bienestar animal, los cultivos autóctonos de cada
región, la producción de pequeños agricultores….
Creo que en
Europa aún estamos lejos de que pocas multinacionales controlen a su antojo el
sistema agroalimentario, aunque nosotros los consumidores somos los que
realmente vamos a decidir si queremos alimentación de calidad o alimentación
económica a base de productos industrializados. Nuestras compras diarias van a
influir en la tendencia de los mercados y van a dar fuerza a un sistema u a
otro.
Desde las
Administraciones también se debe poner cerco a la actividad de las
multinacionales de la alimentación para evitar monopolios. Se debe potenciar el
producto propio de cada zona, tradicional y de calidad y favorecer medidas para
el sostenimiento de pequeños agricultores, que
son los únicos verdaderamente capaces de ofrecer al mercado unos
productos para una alimentación saludable de la población.
También mejorarían
el sistema alimenticio una mejor información sobre lo que compra el consumidor,
que generalmente se influye más por el precio de los productos a la hora de
comprarlos que por la relación calidad-precio. Campañas de sensibilización y etiquetados
cada vez con más información clara van a ayudar a mejorar la calidad de la
alimentación de las personas y por lo tanto su calidad de vida.
Pienso que aunque
estemos en tiempos de crisis económicas, la alimentación es una de las cosas en
las que menos se debe obviar la calidad a favor de la economía, por la salud de
las personas y por el funcionamiento de la agricultura tradicional, sostenible
y de calidad.
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